En esta entrada vamos a explicar de forma rápida en qué consisten los «vuelos fantasma» de los que tanto se escucha hablar últimamente.
Los grandes aeropuertos, al estar al límite de su capacidad, tienen que decidir a qué operadores dan acceso a sus puertas de embarque o aparcamientos remotos. Para ello, ponen a la venta unos espacios de tiempo —que se conocen como slots— para que las aerolíneas los compren y puedan usarlos para realizar sus operaciones en dicho aeropuerto.
Esto puede provocar que algunas aerolíneas hagan un mal uso de este tiempo al tener los slots comprados y no utilizarlos; lo que resulta perjudicial para el aeropuerto y otros operadores. Para evitarlo, hay una regla que dice que estos slots deben utilizarse un 80 % del tiempo para que la operadora pueda seguir disponiendo de ellos la siguiente temporada.
Cuando aparecen bajadas de demanda, muchas aerolíneas se ven obligadas a realizar vuelos sin pasaje para no perder sus slots y poder seguir disponiendo de ellos cuando esta vuelva a subir. A este tipo de vuelos es a los que nos referimos cuando hablamos de vuelos fantasma.
No obstante, durante crisis globales como la que estamos viviendo con el COVID-19 estos vuelos no tienen sentido. Por eso, la Comisión Europea está intentando evitarlos ya que tienen un impacto negativo tanto a nivel medioambiental como económico.